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Remedio para el sufrimiento

Una caracterización del malestar subjetivo en la vida actual muestra que al sujeto de estos tiempos le resulta difícil tramitar subjetiva mente sus modos de satisfacción, que son vividos en muchas ocasiones con un profundo malestar.

¿Cómo caracterizar al malestar subjetivo en la vida actual? A principios del siglo XXI y desde hace varias décadas, el sujeto, en relación con su goce, está extraviado. Empujado a gozar cada vez más y sin límites, en lo que se ha dado en llamar «el derecho a la felicidad» –que Jacques Lacan interpreta como exigencia superyoica a gozar-, al sujeto de estos tiempos le resulta difícil tramitar subjetivamente sus modos de satisfacción, que son vividos en muchas ocasiones con un profundo malestar.

La dimensión clínica del psicoanálisis es el tratamiento que opera sobre lo que no anda. Ser aliviado de un  sufrimiento es el pedido con el que comienza una experiencia de análisis y frente al cual el psicoanalista debe responder como conviene para facilitar el trabajo. Se apoya en este pedido para ofrecerle en acto al sujeto un espacio que le permita construir una nueva relación al saber y la verdad, a partir de reconocer como propios los síntomas que habían sido una «tierra extranjera interior», en términos del mismo Freud. «Ustedes saben que el psicoanálisis nació como terapia; ha llegado a ser mucho más que eso, pero nunca abandonó su patria de origen, y en cuanto a su profundización y ulterior desarrollo sigue dependiendo del trato con los pacientes», sostenía Sigmund Freud en una de sus conferencias, de 1932.

Jacques Lacan definió a una praxis como «el término más amplio para designar una acción concertada por el hombre, sea cual fuere, que le da la posibilidad de tratar lo real mediante lo simbólico». ¿Cuál es la particularidad de la praxis psicoanalítica? Cernir lo que no anda y darle un tratamiento diferente al que le da la defensa neurótica.

En tal sentido, la perspectiva psicoanalítica implica siempre la premisa: «de nuestra posición de sujeto somos siempre responsables». Quiere decir que un análisis no avanza si en su curso no se pierde la posición de víctima. Siempre el sujeto es responsable de su goce, de aquello que más lo complica en la vida, lo quiera o no, lo sepa o no. Ese reconocerse responsable es seguramente una de las elaboraciones más difíciles de la vida y, para la cual un ser humano está menos preparado.

Para tal experiencia, el análisis cuenta con lo que Freud llamó «transferencia». Jacques Lacan elaboró con precisión su fundamento lógico distinguiendo su vertiente epistémica y su vertiente libidinal. ¿Y qué diferencia podemos encontrar entre la praxis psicoanalítica de lo que no anda y el tratamiento que puede ofrecer, por un lado la ciencia y por otro lado la psicoterapia?.

La ciencia elimina a la verdad singular, desconocida por el sujeto en juego y la reemplaza por causas materiales. Cura por lo real y en esa operación, forcluye al sujeto. Lo singular nunca cuenta en tal perspectiva. Por su parte, toda psicoterapia usa los enunciados y los significados para curar del inconsciente, a condición de que tales verdades se presenten sólo en su aspecto más imaginario y comprensible. Procede, entonces, en el campo del principio del placer, teniendo por límite de su acción aquello mismo que da las coordenadas de sus condiciones de posibilidad.

Tiene por consecuencia inmediata una evidente proliferación del sentido y una rápida adaptación a los ideales terapéuticos. En cuanto al tratamiento de la verdad y lo real, el psicoanálisis se orienta a reducir el sentido imaginario, en el mismo punto en que se interesa por la verdad.

Cura del lenguaje o de la palabra como modo de goce, como goce del sentido, como debilidad mental, por el trabajo con la verdad más singular, cuando el sujeto descubre los significantes que lo determinan, significantes que han perdido su valor social de comunicación para transformarse en lo más propio y exclusivo de esa vida.

Consideramos, con Lacan, que esto permite una relación diferente con la vida y con lo que no anda. El psicoanálisis como experiencia nos permite entrar en una relación distinta con lo posible, que es muy diferente a la queja y al sufrimiento frente a lo que no anda.

 

Por Roberto Bertholet

22 de marzo de 2012

*Psicoanalista. Miembro EOL Sección Rosario y Docente de la Facultad de Psicología UNR. robertobertholet@gmail.com

El lugar de la pastilla en el mundo actual

A partir de nuestra práctica clínica donde recibimos niños medicados con Ritalina, o en el Hospital donde por un lado acuden jovencitas que consumen pasta base desde los 10 años y por otro mujeres medicadas durante años por síntomas como angustia, depresión o ataques de pánico sin que hayan hecho jamás una terapia de la palabra, manteniéndose el síntoma intacto a pesar de la medicación; nos preguntamos por ¿cuál es el lugar de las drogas en la cultura actual?.

Milenariamente la droga ha tenido un lugar en la cultura, por ejemplo en el budismo se utilizaba el cáñamo o marihuana para la meditación, en la tradición judeo-cristiana se utiliza el vino como parte de las ceremonias. De la cultura Grecorromana proviene la etimología de nuestro término fármaco, la palabra Pharmakon encierra el doble sentido por un lado remedio y por otro veneno. En estas y otras culturas el tóxico ha sido utilizado de manera regulada y nunca ha tenido las derivaciones nefastas de la adición a la sustancia, ¿qué diferencia ese uso del tóxico al uso hecho por la cultura occidental?.

El período donde se instala la adicción o la toxicomaníaes a partir de la guerra civil americana de 1860-1865, que es cuando se empieza a usar de manera sistemática la morfina. ¿Cómo responde cada cultura al malestar que le es inherente? Según Freud no hay cultura sin malestar, ese malestar no es una contingencia, no es un momento de crisis sino que es un hecho estructural. Pero la manera de arreglárselas con ese malestar depende de cada época, de cada cultura, y hasta de cada sujeto.

El uso de los narcóticos nos vuelve insensibles al dolor de vivir, funcionan como una muleta, pero cada estrategia para sobrellevar el malestar trae consigo un grave peligro, en el caso de las drogas, sean estas legales o ilegales pueden pasar, en un primer momento, de sacar al sujeto del malestar, a llevarlo, en un segundo momento, al centro mismo del dolor y la angustia.

Entonces podemos pensar que el tratamiento del malestar que ocasiona el peso de la cultura en un sujeto, por vía de la pastilla, es un tratamiento donde lo que está en juego es el quimismo del cuerpo, la pastilla genera cambios en el organismo. El sujeto no quiere saber nada de lo simbólico que determina su malestar, entonces en vez de hacer un tratamiento por la vía de la palabra, sólo quiere que el dolor pase con un rechazo de saber sobre la historia que determina y provoca su dolencia.

El trabajo del analista apunta a ayudar al sujeto a descubrir cuál es ese malestar que está en la base del consumo del tóxico, porque el tóxico no es la causa de todos los males sino su consecuencia, por lo tanto se trata de saber algo de ese malestar o esa angustia que desató el consumo de la sustancia, puede tratarse en la adolescencia del encuentro con la sexualidad, o con una pérdida muy grande.

Por lo tanto habrá que saber a qué sirvió de muleta el consumo para ir en ayuda de eso que flaqueó en el sujeto o por otro lado estar advertidos que en ciertos casos graves la droga es la única muleta que el sujeto encontró a algo que él no tiene otra cosa para responder, por lo tanto el trabajo no será sacar la droga, por que el sujeto se cae en un vacío aún peor, pero sí ayudar a que esa muleta no sea mortal.

 

Carolina Vignoli

Psicóloga Clínica

Paternidad en la época del consumo

La globalización que se expande por todos los países de occidente, trae aparejado la tendencia a la uniformidad de odas las culturas, y lo que el mercado pretende es conseguir el mayor consumo posible de los objetos que fabrica. Los sujetos de esta época se ven obligados a ubicarse en dos lugares: o los que pueden consumir y cada vez quieren consumir más o los que quedan fuera del sistema de consumo por su restricción económica, los segregados.

Entonces, los que están dentro del sistema del consumismo se encuentran con los objetos del mercado, ya sean el auto más nuevo, el último celular, las vacaciones más lujosas, etc. el deseo de tener cada vez más objetos fabricados y cambiarlos por los más novedosos una vez apagado su brillo, (es decir siempre tener el último modelo de objeto comprable, porque el anterior ya está fuera de moda) distorsiona la brújula de orientación para los jefes de cada familia. Este fenómeno, impacta al sistema familiar.

Encontramos cotidianamente en nuestra práctica con niños las consecuencias del estallido del matrimonio y de la dispersión de la familia. Los efectos de la separación de los padres, la violencia familiar, la precariedad laboral, las exigencias del mercado, las demandas de las escuelas, las familias mono y homo parentales, etc. producen en el padre, la madre o en ambos desconcierto, confusión, hasta sorpresa y desorientación.

Podemos ver y escuchar ese impacto en padres que no se animan a retar y poner normas a sus hijos. Padres que temen frustrarlos si no les compran el último juguete y así crearles un trauma de por vida. Niños caprichosos, déspotas, niños que no encuentran un límite a su cuerpo, porque los adultos no han sabido frenarlos y que por tanto llenan los gabinetes psicopedagógicos de las escuelas con sus síndromes de hiperactividad y déficit atencional, o del otro lado de la moneda del consumo niños que son el desecho del sistema y que fuman pasta base para no sentir el hambre, el miedo y el abandono.

La familia, en la manera en que se pueda armar, es la que permite organizar un orden en la vida de un niño que va más allá de la mera satisfacción de las necesidades básicas. El capitalismo ha borrado el deseo de los padres poniendo a la luz que la ley que manda es una ley de hierro, para todos igual, que hace prevalecer el objeto como objeto de mercado, como objeto de consumo.

En este punto encontramos la angustia de los padres mirando impotentes la demanda exagerada de sus hijos, interpretando esa demanda en una equivalencia entre el no tener y el no ser, que concluye en la adquisición de mas objetos del mercado que lejos de calmar al niño relanza el problema un poco más adelante. El reforzamiento del pedido del niño ocurre por la ausencia de la palabra del Otro que podría poner un límite a ese infinito del pedir cada vez más y más, pacificando y orientando a ese niño.

La presencia de esa palabra del Otro no se trata de hablarles más a los niños, ellos están cansados de escuchar a padres, maestros y adultos que los colman con infinitas explicaciones, argumentaciones, esclarecimientos, quedando su autoridad de adultos más impotente que antes de la explicación. Tampoco se trata de la nostalgia de la familia antigua, ya que desde siempre existe la falla en la función paterna. Sí se trataría de la transmisión que puede hacer un padre de su posición respecto de tomar a una mujer, a su mujer, como causa de su deseo y no perderse él mismo en los objetos brillantes que ofrece la época, por el lado de la madre, también ella consentir a ocupar ese lugar de mujer en el deseo de su pareja.

Carolina Vignoli
Psicóloga Clínica

El fracaso escolar, un síntoma de nuestra época

El fracaso escolar es una patología bastante reciente, aparece a partir de la instauración de la escolaridad obligatoria a fines del siglo XIX, y va tomando relevancia con los cambios laborales de las últimas décadas donde el trabajo se complejidad por la tecnificación y globalización de la vida tanto urbana como rural, por lo tanto tener éxito en la vida escolar traerá aparejado un posible éxito en la futura vida laboral y los excluidos del sistema educativo luego serán los excluidos del sistema laboral y social.

Con el nombre de Fracaso Escolar incluiremos todos los síntomas, síndromes y trastornos que impiden a un niño avanzar en la curricula escolar, el DSM los nombra desde Hiperactividad y déficit atencional, a oposicionismo con la autoridad, trastornos de conducta o problemas de aprendizaje, etc. Es tarea del analista es saber cuál es el malestar alojado en su época, y, en la actualidad, los problemas de aprendizaje, la anorexia, la bulimia, las dicciones, son fenómenos terribles que están vinculados con el empuje al consumo que hacen los medios masivos de comunicación en complicidad con el mercado global, así como el mandato globalizado del éxito.

Los problemas de aprendizaje pueden ser entendidos como la manifestación del malestar de un sujeto singular, niño o adolescente, en una época en la que el poder del dinero y el éxito social son los valores predominantes, pensemos que los ídolos actuales de nuestros niños ya no son la Violeta Parra ni Salvador Allende sino Shakira o Ronaldinho.

Entonces los niños por un lado tienen el ideal del éxito, tener que estudiar para incluirse en el sistema social, el éxito como única manera de insertarse, todos iguales y de la misma manera ingresar al sistema, cada vez más tecnología, cada vez más computadoras, quien no tiene esos conocimientos queda fuera, es un analfabeto. Hay maneras singulares de resistirse al Para todos igual del sistema educativo, también de eso se trata en los problemas de aprendizaje.

Por otro lado una promesa de éxito desde la imagen, ser cantante, modelo o futbolista, así salvarse económicamente y salir de la pobreza, es mejor que el esfuerzo que implica estudiar, y cada día se encuentran con que los universitarios, a quienes tanto les costó estudiar, en vez de ser premiados por su esfuerzo se los castiga en trabajos de muchas horas por muy bajos salario.

El trabajo del analista es alojar a esos niños con problemas de aprendizaje y a sus padres, poner una pausa, un freno una pulsación, para tomarse el tiempo necesario en captar a dónde está alojada la angustia de este niño que es distinta de la de los padres, por lo tanto se trata de ayudarlos a comprender a ellos que el fracaso escolar, al igual que la fiebre, es síntoma de otra infección, y de lo que se trata es de descubrir esa infección y tratarla, no de manera adaptativa casi militar, sino de darle herramientas al niño, hechas a medida y no para todos iguales, para hacer algo nuevo con eso que lo angustia, porque los niños también tienen su propias angustias, miedos y dolores, eso no le pasa sólo a los adultos, la niñez no es un momento idílico en que todo es cuento de hadas, rosado y maravilloso, los niños también sufren y no lo pueden decir de la misma manera que un adulto, ellos lo muestran en sus síntomas.

Carolina Vignoli
Psicóloga Clínica

 

De la Formación de Analista

«Todos esos saberes, no debemos aprenderlos, sino haberlos aprendido. Es una condición previa. Es siempre en pasado, siempre se dice de los clásicos que se los relee, jamás que se los lee. Es una actividad sin primera vez; la formación que vale comienza siempre después. El aprendizaje no es la formación; él la precede; la formación verdadera consiste siempre en saber ignorar lo que se sabe»

Lacan. cf. «Ecrits», p.349

Palabras de Jacques Lacan: sobre el Amor

«Definí la relación sexual como aquello que no cesa de no escribirse. Hay allí imposibilidad. Es, asimismo, que nada puede decirlo: no hay, en el decir, existencia de la relación sexual. (…) La contingencia la encarné en el cesa de no escribirse. Pues no hay allí más que encuentro, encuentro, en la pareja, de los síntomas, de los afectos, de todo cuanto en cada quien marca la huella de su exilio, no como sujeto sino como hablante, de su exilio de la relación sexual. ¿No quiere esto decir que sólo por el afecto que resulta de esta hiancia se encuentra algo, que puede variar infinitamente en cuanto al nivel del saber, pero que por un instante, da la ilusión de que la relación sexual cesa de no escribirse? (…)

El desplazamiento de la negación, del cesa de no escribirse al no cesa de escribirse, de contingencia a necesidad, éste es el punto de suspensión del que se ata todo amor. Todo amor, por no subsistir sino con el cesa de no escribirse (contingencia), tiende a desplazar la negación al cesa de no escribirse, no cesa, no cesará. Tal el sustituto que -por vía de la existencia del inconsciente, y no de la relación sexual, que son distintas- hace el destino y también el drama del amor.»

 

*Jacques Lacan, El Seminario, libro 20, Aun, Clase 11 del 26 de junio de 1973, Paidós, Buenos Aires, 1992, pág. 174-
175.

La Masculinidad al Palo

Ps. Carolina Vignoli

Elijo este nombre para el artículo parafraseando la famosa frase de la Bersuit Vergarabat, «La argentinidad al palo», que podría llamarse así o poner cualquier otra Nacionalidad al palo. Lo nombro así por que los hombres tienen algo entre ellos, como una nacionalidad masculina, y además algo especial con su miembro al palo. Esta manera de nombrarlo también implica remarcar el exilio entre los sexos y la imposibilidad de la «relación sexual» armónica entre ambos.

Como lo decía Fabián Naparstek en unas jornadas realizadas en Chile en 2011, la relación que un hombre tiene respecto de su órgano es traumática, el pene es traumático. Esto se debe a que el goce autoerótico es lo más ajeno, lo más extranjero que existe para un hombre. Desde los primeros meses de vida, cuando el pene se empieza a mover y toma vida propia, el niño es invadido por un goce desconocido que lo sorprende y que no puede descargar. Todo el trabajo que tiene que hacer un niño es poder apropiarse de ese goce, del pene real, y transformarlo en instrumento en una herramienta de su dominio, convertirlo en falo. Los hombres dedican toda una vida para poder manejar ese órgano, apéndice que tiene vida propia como si fuera extranjero del propio cuerpo.

Los síntomas sexuales masculinos responden a alguna ley, hay una relación entre el goce que ese órgano produce, o falla en producir, y el sentido; por ejemplo el pene no se le para con su mujer porque le recuerda a su madre, o porque con las esposas no se hacen chanchadas y con las prostitutas si, etc. Según como un hombre subjetivice su relación con su órgano dependerá como será su relación con el otro sexo. Entonces de lo que se trata es de dirigirse al analista para que ayude al sujeto a construir algo del sentido de ese goce que lo complica.

Según Freud hay tres posibilidades masculinas según la manera de enfrentar el horror a la castración: La homosexualidad, el fetichismo, y la heterosexualidad. El modelo paradigmático para evitar el horror a la castración es el fetichista. El objeto fetiche es lo que vela mirar de frente la castración del Otro, especialmente del Otro materno.

Los heterosexuales tienen una condición fetichista, utilizan el fetiche para alcanzar al Otro sexo. Por ejemplo que le gustan las mujeres con pechos pulposos, o que se pongan determinada ropa interior, cierto gesto en la cara, cada cual tendrá una seña especial que busca en el Otro sexo y según esa seña se dedica a ir en su conquista. Lo que diferencia al fetichista en tanto tal de la condición fetichista, es que el primero se satisface con el objeto solamente, roba ropa interior para masturbarse, o lo logra con un zapato taco aguja, en cambio el segundo puede excitarse con el objeto fetiche pero lo que quiere es alcanzar el goce sexual con la mujer, y en el acto sexual con ella consigue su satisfacción.

El homosexual también es fetichista, pero el fetiche es que el compañero sexual tenga pene, para Freud el fetichista se ahorró ser homosexual gracias al fetiche. Toda la sexualidad masculina tiene el prototipo del fetiche, el fetiche hace olvidar la castración y lo que permite a un hombre orientarse respecto de su deseo sexual, de hecho si el fetiche no existe el hombre está en problemas, porque pierde la brújula con la cual orientarse en su propia sexualidad. La sexualidad masculina en ese punto es más simple que la femenina en tanto basta con que una mujer encaje en ese prototipo y listo el asunto. Para las mujeres el asunto no es tan simple ya que no tienen ningún fetiche que las oriente en su elección sexual.

Por lo tanto, para el hombre se multiplican los síntomas, por un lado en relación al manejo de su propio órgano, que no les hace caso, que se para cuando quiere pero en situaciones en que su amo lo quiere manejar no responde, o no puede dejar de satisfacerse. autoeróticamente, etc. o por el otro lado sus síntomas de sufrimiento en relación con las mujeres, la relación de pareja no funciona, no soportan sus demandas de amor, o que necesitan acostarse con su mujer y con prostitutas a la vez, o que engañan y son engañados, etc.

Para arreglárselas con eso, nuevamente la propuesta de dirigirse a un analista, para producir una creencia de que eso que le pasa tiene un sentido, un sentido histórico podría decirse, porque el goce se va entramando en la historia de un sujeto, en la crianza, en las tradiciones familiares, los tabúes, etc. Producir la creencia de un sentido sobre el goce es lo que puede llegar a conmover un síntoma, alterar la satisfacción-dolor que ese síntoma produce en el cuerpo y en el lazo con otros.

 

Ps.Carolina Vignoli

Tatuaje, ancla en un mar de sentimientos líquidos

Por Silvia Ons

Sobre la erótica de los tatuajes, la psicoanalista Silvia Ons señala que en tiempos donde nada parece perdurar gobierna la demanda de reinventarse cada día dejando atrás antiguas marcas, en tiempos caracterizados como ávidos de novedades, el tatuaje apunta a algo no perecedero. Tanto aquellos sujetos fluctuantes en su vida amorosa, los que por una razón o por otra parecen mutar a lo largo de la vida, como los que padecen en el mundo las consecuencias de un andar sin brújula, son los que más apelan al tatuaje para que algo se fije y no se borre.

El sociólogo Zygmunt Bauman, remarca Ons, explora la extrema fragilidad de los vínculos humanos en la sociedad actual, en la cual la gente tiene una gran avidez por estrechar lazos, pero al mismo tiempo desconfía de una relación duradera por el compromiso que implica: se ve opresión en ellos y los vínculos durables despiertan la sospecha de una dependencia paralizante. Si bien la descripción que hace Bauman es correcta, la cultura del tatuaje nos muestra la necesidad de anclaje de los sujetos que están más adaptados al mundo líquido.

Además, si bien la desacralización de la existencia junto con la creencia en el progreso parecen dominar tanto el siglo anterior como el que vivimos, también conviven el retorno al paganismo y las creencias en los símbolos de antaño.

Psicosis Ordinaria

«Voy a intentar organizar este desorden en el sentimiento de la vida en relación con un a triple externalidad: una externalidad social, una externalidad corporal y una externalidad subjetiva». En estos tres registros deben localizarse indicios.

Una externalidad social, referente a la relación con la realidad social en la psicosis ordinaria, la pregunta es la siguiente: ¿ cuál es la identificación del sujeto con una función social, con una profesión, con su lugar al sol, tal como se dice en ingles? El más claro indicio se encuentra en la relación negativa que el sujeto tiene con su identificación social.

Cuando hay que admitir que el sujeto es incapaz de conquistar su lugar al sol, asumir su función social. Cuando se observa un desamparo misterioso, una impotencia en la relación con esta función. Cuando el sujeto no se ajusta, no en el sentido de rebelión histérica o de la manera autónoma del obsesivo, sino cuando existe una especie de foso que constituye de forma misteriosa una barrera invisible. cuando se observa lo que yo llamo una desconexión, una desunión.

De este modo se observa a veces a sujetos que van de una desconexión social a otra -se desconectan del mundo de los negocios, se desconectan de la familia, etc. Es un recorrido frecuente entre los esquizofrénicos. »

 

J-A. Miller «Efecto retorno sobre la psicosis ordinaria» freudiana n° 58 pag 17 y 18.

Batman Asciende y Salta

Por Mario Goldenberg

En la Rosa Púrpura del Cairo, film de 1985, Woody Allen pone en juego la magia de la pantalla en el cine. Es una película situada en los años treinta, época de la Gran Depresión, donde el cine tenía la función de hacer soñar. Mia Farrow encarna a la mísera protagonista que encuentra en el cine una ficción lujosa y romántica. Los personajes salen de la pantalla al mundo y la protagonista también ingresa al mundo ideal de la película, que contrasta con su amarga existencia.

Así como en A través del espejo y lo que Alicia encontró allí, de Lewis Carroll en 1871, hay un pasaje de lo real a lo virtual, el encuentro con «otra realidad».

El reciente episodio en el cine Century, en Aurora, ciudad del estado de Colorado, plantea un interrogante mayor que definir a James Holmes, el acusado del hecho, como un trastornado o perturbado mental.

Los tranquilos espectadores del estreno de Batman: el caballero de la noche asciende se encontraron con una horrorosa escena, algo había atravesado la pantalla y la violencia pasó del film a la platea, con la consecuencia de numerosos muertos y heridos. El joven Holmes, estudiante de neurociencias, pudo preparar su puesta en acto, comprando las armas legalmente y miles de municiones a través de Internet. ¿Se trata de un hecho excepcional o algo que viene sucediendo en serie en Estados Unidos y en el mundo?

El director del film, Christopher Nolan, declaró: «Las películas son una de las grandes formas de arte, y compartir la experiencia de ver una historia desarrollarse en pantalla es un pasatiempo importante y alegre. El cine es mi hogar, y el imaginar que alguien pudiera violar ese lugar inocente y esperanzador de una manera tan insoportablemente violenta es devastador.» El cine no sólo es un pasatiempo alegre, inocente y esperanzador.

El discurso actual del entretenimiento tiene sus consecuencias. Tom Hardy, el actor que interpreta a Bane, definió al archivillano como «un bruto, sádico sin compasión, un terrorista mental y una horrible obra de arte.» La masacre de Colorado demuestra que no es sólo la obra de un loco, sino que está insertado en un discurso que tiene sus daños colaterales.

La pregunta por el sentido del acto del Guasón Holmes no tiene respuesta, no importa si hay algún delirio para justificar su crimen, en definitiva, es parte del Entertainment (entretenimiento).

La lógica que se juega en el mercado sobrepasa lo límites de las pantallas, entre lo real y lo virtual, y también los límites éticos.

El video de torturas contra dos jóvenes en Salta, durante septiembre de 2011 y que recientemente fue subido a Internet, sigue el mismo discurso, el delito se produce como espectáculo.

La tortura que en otra época formaba parte del horror oculto, imposible de ver, ahora se ha banalizado al punto que alguien, con su teléfono móvil, puede filmarlo y luego subirlo a Internet, como las imágenes de las torturas de la cárcel de Abu Ghraib en Irak.

El personaje de Leopoldo, interpretado de modo espléndido por Roberto Begnini en la reciente obra de Woody Allen, De Roma con amor, muestra cómo la operación mediática hace de una insignificante existencia la realización de una fugaz fama, puede ser cualquiera, pero en algunos sujetos donde sus lazos con los otros están perturbados, el discurso mediático le permite inscribir, aunque con un acto horroroso, su existencia.

El autor es psicoanalista. Miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana (EOL) y de la Asociación Mundial de
Psicoanálisis (AMP).